En una de ésas noches en las que la luna se desnuda sin vergüenza y en las que no hay nada más grande que tomar una taza de café, una duda me poseyó.
Me puse a pensar en mis pertenencias, -sí, sé que suena ridículo, pero lo hice- y es que algo tan simple como el rayo de sol que hormiguea mis pies descalzos, no es fiel, no es mío. Resulta que la oruga que se posa sobre la rama de aquél árbol, también lo disfruta de a cachitos. Esto me produjo una extraña sensación y hasta sentí celos.
Me perdí en la pregunta, en mis propios pensamientos, hasta que me ahogué en la tonada de una canción.
"¿Qué ha sido del amor en los tiempos del sida?", la tarareaba una y otra vez.
La noche se disculpaba por la retirada y mi café se enfriaba. Mis preguntas se tornaban más y más necias, incluso absurdas, pues no había lugar para hablar de los sentimientos, y ni qué decir del amor, sin embargo, era seductor pensar en ello.
¡Carajo!, me repetía despacito, si "el amor es la cosa más linda"-como dicen las niñas condesa-, pero no, mi problema tenía otro matiz.
Hemos aprendido cuantiosas trivialidades y hemos hecho de todo, incluído el amor, un comercial, una moda...un vestido más.
No negaré que es exquisito tragarse el fulminante fulgor que va por la sangre de él o ella, pero igual, es efímero. El amor como nosotros, agoniza diario, incluso en la relación de la pareja perfecta, sólo que nosotros, inteligentes médicos, le damos una dosis de "no por favor" y retrasamos su viaje, alargándo su muerte.
Quizá llegará el día en que se arte de todo y entonces nos iremos todos al demonio, de hecho, creo que ahora nos movemos en ésa dirección; sus náuseas son por tanto manoseo en su nombre, por tanta calamidad y estupidez, de siempre sexo y nunca amor.
Ahora más que nunca, reitero que sin excepción, somos víctimas de una broma cruel, estamos condenados a vivir en el yugo de un cliché, de una leyenda. ¿Qué tal suena: "Usa siempre condón"?
"¿Qué ha sido del amor en los tiempos del sida?" Pasa que, el egoísmo y la bestialidad del hombre han carcomido todo cuanto han visto, anotándolo a la cuenta de los nuevos adictos. Es cierto que los recién ingresados han hecho su parte, por aquello de las reacciones brutas y las mentiras que se venden por verdad.
Mi angustia no paraba ahí, más sabía que era insano seguir en el asunto. Haber descubierto que el amor no se hace hace entre dos, se hace entre tres, era más amargo que el café.

Por el momento sólo puedo dejarte una cita con la cual empezó mi duda, y como ya te dije, se parece mucho a la tuya, prometo escribirla. Aquí está la cita, es de Lawrence Durrell de su libro Justine: "En nuestros días el sexo ha abandonado el cuerpo para invadir la imaginación"...
ResponderEliminarMe encanta la cita, gracias por el comentario y por creer en esto.
ResponderEliminar:)
Toda la culpa es de la soledad, vivimos rodeados de soledad repleta de gente tan sola como nosotros y -dicen- no hay tiempo para el amor, porque la soledad nos lo ocupa todo. Porque nos creamos obligaciones solitarias, nos cuesta cada vez más relacionarnos, la pantalla del ordenador absorbe nuestras horas y pensamos que el cuerpo es algo inerte, algo que transportamos con nosotros como la tortuga transporta su caparazón.
ResponderEliminarSin embargo, el cuerpo está vivo y lleno de órganos, funciones, pero también deseos; y no son sólo esos impulsos que nos empujan a la relación sexual para desahogarnos. En el cuerpo el cerebro alberga pensamientos, ideas, creatividad, pero también tiene capacidad de establecer relaciones más intensas, y de hacer que nos enamoremos (¿no es creativo, eso?).
Parece que lo hayamos olvidado.